Capítulo 8 – Verdadero combate

Ah, pobre, triste y casto infeliz. ¿Hay alguna cosa en mí que te distraiga de que esto es una pelea?

Capítulo 7 – El Ojo

 No te equivocas. Yo sólo soy un vulgar bergante

 

Capítulo 6 – El signo de los tiempos

 “Tahuil, Thaeral o Tontolabas… me da igual como quiera que lo llame: no estamos para andarnos con tonterías. Sabe que lo que le pasó fue un accidente, pero donde sus compañeros no pueden actuar, usted y su alma son los únicos capaces de acceder. No se desprecie tanto: es muy necesario”.

Capítulo 5 – Barbatos

Señorita Sofía, es sorprendente: no conozco hombre ni con el valor ni la capacidad de llevar a cabo las proezas (sí, proezas) que acaba de realizar. Por lo tanto, ¿estaría usted interesada en que le proponga un trato? «

Capítulo 4 – El dilema del prisionero

«Señor Carl, si ha sido contratado, no es por ninguna otra razón aparte de su inconmensurable habilidad para que nadie sepa predecir cuál es exactamente la solución por la que va a optar. «

Capítulo 3 – Espera

“¿Qué importa lo que pienses? Eres necesario y te voy a utilizar tanto como quiera, a ti, a tu alma, a todo tu ser.”. 

Capítulo 2 – Mátalo

“Sé lo que es el miedo. Lo he vivido. Lo he sufrido. Me duele. Y, aún así, lo soporto. Soy valiente”. 

Capítulo 1 – Haz que quiera cantar

“El camino debe permanecer cerrado, ahora y siempre, para siempre”.

 

 

Prólogo

Cuando sólo ves oscuridad, todo está en orden.
Cuando ves la luz, nada es lo que parece.
La oscuridad no se mueve, siempre está ahí, una señal de eterna seguridad. Pero la luz indica el final de un pasillo, algo que empieza o termina. Una señal de caos, en definitiva. Por desgracia, no hay forma de saber si indica una cosa o la otra. Podría ser tu extremo, el de tu comienzo o el de tu inevitable final. O podría ser el de cualquier otro individuo. Caminar hacia la luz no garantiza que vuelvas a tu vida. Puede que te introduzcas en la de cualquier otra persona, alguien a quien no conoces, alguien con quien podrás hablar o a quien podrás ignorar.
O a quien podrás manipular. Matar. Convencer. O al que podrás aterrar con tu simple mirada callada.
No importa el tiempo que pase: el campo de las infinitas salidas siempre ha existido. Siempre ha estado ahí, a la espera de que nuevas luces al final del pasillo indiquen el camino a almas inquietas.
Pero, no hace demasiado, aparecieron nuevas presencias en la seguridad de la oscuridad del campo de las infinitas salidas. Seres extraños, tales como tú o como yo, que caminaban con seguridad y prepotencia por su paradójica inexistencia, en busca de salidas que no eran las suyas.
Para hablar. Para manipular. Para matar. Para aterrar. Para ir más lejos de lo que nadie decente pretendería. No soy yo alguien capaz de intuir sus métodos, no soy quien para juzgarlos tampoco, pero sí soy un paciente observador que siempre ha estado aquí.
Sabía que sólo era cuestión de tiempo de que esos engendros trajeran sus necios deseos, estúpidas guerras y pretensiones infantiles a este lugar de paso.
Mi juicio está claro. Mis acciones, planeadas. Tan pronto como incumplan la ley que tan osadamente desafían, desearían haber conocido lo desconocido antes de precipitarse en mi dominio. Sólo un necio utiliza lo desconocido sin conocer las consecuencias de sus actos.
Eones he pasado en silencio. Ellos traen el ruido.
Me iba a entretener.

¿Qué es Llave 108?

Lo descubrirás muy pronto, el 6 de Enero de 2013.